domingo, 21 de abril de 2013

Toledo: Oropesa


Cuenta la leyenda que los moros tenían secuestrada a una doncella y que para poderla recuperar los templarios tuvieron que pagar su peso en oro. De ahí el nombre de este lugar: ‘Pesa oro’, ‘Oro pesa’. De hecho, en el escudo de Oropesa aparece una doncella sosteniendo una balanza para determinar su propio peso.

Búho real
Con esta leyenda es como comenzamos la visita a esta población que coincidía con las XIV Jornadas Medievales.

A las 13:00 estaba programado el 'Rescate de la princesa' que, en tono de humor, cuenta de forma bastante poco exacta lo que sucedió en este lugar. Se pretende hacer reír (y lo consiguen) insertando temas de actualidad en la historia. La obra se representa en el interior del castillo. El público ocupa el patio de armas mientras que la representación tiene lugar en las almenas.

Para poder entrar al castillo es preciso adquirir una moneda (2€) que debe ser presentada en la puerta y con la que se puede entrar cuantas veces se desee en el interior del castillo. La moneda sirve para todos los días que duran las jornadas medievales y nos la quedaremos de recuerdo.


Todo el casco antiguo es un enorme mercado medieval en el que podemos encontrar un poco de todo.


Se respira ambiente de fiesta.


Los pasacalles de gaitas y tambores nos ayudan aún más a transportarnos en el tiempo. Pero lo que más llama la atención es que todos los habitantes de este lugar (del más pequeño al más grande) salen a sus calles ataviados con ropajes de la época. Uno no para de cruzarse con damas, caballeros, escuderos, campesinos, taberneras, moros... salvo algún despistado mosquetero, todo acompaña.



Las mismas calles también se ponen sus mejores galas y se adornan con banderas y pendones.

Los visitantes, contagiados por la atmósfera medieval, también intentan mimetizarse en el entorno decorando sus cabezas con preciosas coronas de flores o empuñando espadas y escudos de madera.


También se pueden ver torneos, encantadores de serpientes, faquires, cetreros con sus hermosas aves, arqueros practicando su puntería e incluso dragones.

Pero una de las cosas que más captó la atención de mi familia al completo fue el panadero que en vivo y en directo amasaba pan a dos manos y lo cocía en un horno de leña a la vista de todos los que anonadados le mirábamos.


No es un 'espectáculo' que se pueda ver todos los días... y con el olorcillo, no pudimos resistirnos a comprar pan.


Y un poco más adelante otra de las cosas a las que no nos podemos resistir: un puesto de quesos. Así que nos regresamos a Madrid con la cena puesta: pan con queso.

Mis hijas ya están deseando que lleguen las próximas jornadas para repetir.

domingo, 14 de abril de 2013

Madrid: La Barranca


Se puede decir que este es el primer fin de semana primaveral y nosotros, como muchísima otra gente, salimos al aire libre. Nos dirigimos al valle de La Barranca, en el parque regional de la cuenca alta del Manzanares. Dejamos el coche en el aparcamiento de tierra que hay enfrente del hotel del mismo nombre.

Nada más salir del aparcamiento nos encontramos una de las presas que tiene el río Navacerrada en este valle. 


La cruzamos, pasamos una puerta y comenzamos a caminar paralelos a su orilla. Sobrepasamos una segunda presa y pasamos otra puerta. Nos adentramos en un pinar.


Aunque no se ve el río, aún se oye. Llegamos a un curioso amontonamiento de troncos y ramas: usando como eje el tronco de un pino están apollados el resto de troncos y ramas a modo de 'cabaña' cónica.

Arroyo de la Maliciosa
Margen izquierda del río Navacerrada

Seguimos por el bosque hasta llegar al arroyo de la Maliciosa que baja con bastante agua. Bajamos una cuesta pronunciada para llegar a su orilla y lo cruzamos por un puente que alguien ha improvisado con pequeños troncos.

Este cruce representó toda una aventura para los niños que estaban entusiasmados.





Seguimos atravesando el pinar hasta llegar al margen izquierdo del río Navacerrada.

Continuamos nuestro paseo remontando el río hasta llegar a una pista que cruza éste sobre un puente. Este tramo del paseo resulta muy agradable. El río baja suficientemente caudaloso como para ofrecer un precioso espectáculo.


Tras cruzar el puente seguimos la pista que desciende junto al río por su margen derecha. Algo más abajo tomamos la senda Ortiz.

Comienzo de la senda Ortiz
Para un paseo más corto, se podría proseguir por la pista (que lleva hasta el aparcamiento). Este paseo supone unos 4,7 km.

Curiosa seta brillante


Como ya he dicho, nosotros optamos por proseguir por la senda Ortiz. Comenzamos a subir. Por el camino paramos a comer nuestros bocadillos y pudimos disfrutar de preciosas vistas del embalse de Navacerrada además de cruzarnos con un par de terneros ya algo crecidos y algunas bicicletas de montaña.

Llegamos a la pradera de Valpurguis, donde se encontraba el hospital de Guadarrama para el tratamiento de la tuberculosis. Allí encontramos un pequeño nevero que hizo las delicias de los pequeños del grupo.

Cruzamos la pradera y continuamos subiendo por la pista hasta el mirador de Las Canchas. El camino se hizo un poco duro porque el sol calentaba y no había ni una sombra, pero el esfuerzo mereció realmente la pena.


Las vistas son realmente impresionantes con las cumbres decoradas con la nieve caída no hace tanto tiempo.

Estuvimos allí parados bastante tiempo disfrutando del entorno y de un merecido descanso.

Espantapastores


Después proseguimos por la pista rumbo al aparcamiento.

Durante el primer tramo de bajada proseguimos disfrutando de las montañas nevadas y de algún que otro nevero a los lados del camino.