domingo, 30 de junio de 2013

Andorra: Valle de Madriu - Pal

El hotel en el que nos quedábamos (Màgic La Massana) organizaba rutas guiadas gratuitas todos los días. La que tocaba para el día de hoy era el valle de Madriu.

El hecho de que la ruta estuviera calificada como fácil y de que el valle fuera declarado Patrimonio Natural Mundial de la Humadidad en 2004 por la UNESCO fueron las razones que me animaron a apuntarme. Bueno, también influyó que Miguel (mi marido) me animara a ello. Él necesitaba sentirse más tranquilo mientras hacía la clasificación de la maxi-avalancha en la que había venido a participar.

A las 9:00 de la mañana estábamos en recepción junto a una pareja y una familia de cuatro miembros que también se habían apuntado a la ruta. El guía ya estaba allí y nos explicó cómo nos íbamos a organizar. Las niñas y yo nos fuimos en el todo terreno del guía y el resto cogieron sus coches para seguirle. Nos dirigimos al punto de partida de la ruta. No hay un aparcamiento, pero se pueden dejar los coches a los lados de la carretera. Nos bajamos allí mientras todos los coches seguían al guía para dejarlos a unos 3km de allí ya que la ruta no iba a ser exactamente circular.

Cuando regresaron los conductores junto al guía en su todoterreno, aparcaron el vehículo a un lado de la carretera y comenzamos la ruta.

Se comienza con una pendiente importante sobre un camino empedrado y cubierto por las ramas de los árboles. No tardamos mucho en cruzar el puente Sassanat. La caída de agua era importante ya que el deshielo estaba en pleno apogeo.


Continuamos subiendo entre árboles, lo que aliviaba el calor del día. Llegamos a una zona de cabañas.


Seguimos subiendo. El ritmo del grupo no es que fuera infernal, pero sí más fuerte que el que mi hija pequeña está acostumbrada a llevar. Como resultado íbamos todo el rato las últimas a una cierta distancia del grupo. La llevaba de la mano para ayudarle a caminar.


Llegamos a una zona llana que se habría en grandes pastos. Estábamos en Corrals de Ramio. Ya no está habitado, aunque fue reconstruído para el nombramiento de la UNESCO. La vista es preciosa.


Continuamos la ascensión. Ahora ya no había vegetación que nos brindara su sombra, así que el camino se hacía más duro. Al calor se sumaba que el camino era de piedra suelta.

Llegados a un cruce, el guía decidió acortar la ruta porque el grupo iba lento y no nos daba tiempo a llegar al refugio de Fontverd y terminar desde allí la ruta en el tiempo previsto.

Continuamos subiendo. La última rampa antes de llegar al punto más alto de la ruta fue dura. Arriba paramos en una zona con alguna mesa de madera a la sombra de unos árboles. Comimos nuestros tentempies y continuamos nuestro camino. El resto del trayecto era todo de bajada, así que el ritmo era más alegre y la niña ya no necesitaba mi mano.

Entramos en una zona de abetos y pinos donde también abundaba el rododendo.


Finalmente llegamos a una zona de barbacoa y a los coches.

Como experiencia no estuvo mal, pero me sirvió para saber que lo de las rutas guiadas no es para nosotras. Al menos aún no. Nuestro ritmo es más lento y el ir con el grupo nos obligó a forzar la marcha, lo que no nos permitió disfrutar de la ruta.

De regreso a La Massana, comimos en un restaurante cercano al hotel y después nos fuimos a Pal.






La visita al pueblo merece la pena. Su iglesia románica (Sant Climent) es preciosa, aunque sólo la vimos desde fuera.

Un paseo por este conjunto histórico remató un intenso día.


sábado, 29 de junio de 2013

Andorra: Valle de Incles

Llegamos a La Massana la noche anterior a eso de las dos de la mañana, así que no madrugamos nada. Bajamos a desayunar al comedor casi a última hora. Después nos acercamos a la oficina de información y turismo. Yo llevaba planificadas un par de rutas para hacer a pie y otro par para hacer en coche, pero quería saber si había otras opciones.

Aunque para el primer día tenía previsto hacer una ruta corta por el parque natural del valle de Sorteny, cambié de idea y nos fuimos hacia el valle de Incles con la intención de ir al lago de Siscaró.

Cogí mi TomTom para indicarle Incles. Salimos desde La Massana en dirección a Ordino y desde allí el GPS me condujo por una carretera de montaña que nos llevaría hacia Caselles. El recorrido ofrece unas vistas preciosas, pero empleamos más tiempo del que pensaba.

Ya casi sobrepasado Caselles vimos la iglesia románica de Sant Joan.


Paramos para verla por fuera, ya que en la oficina de información y turismo nos habían dicho que las iglesias románicas se abrían el 1 de Julio. Pero su precioso campanario de estilo lombardo ya merecía la pena.

Nos llevamos una muy agradable sorpresa al comprobar que estaba abierta.


Nos enteramos de que el organismo que gestiona esta iglesia es distinto al que gestiona el resto y, por ello, estaba abierta. Aprovechamos la ocasión para entrar a disfrutar de lo que esta iglesia ofrece: un Cristo en Majestad de estuco sobre un fondo de pintura mural de mediados del siglo XII.




Continuamos nuestro camino hacia Incles. El valle está cerrado al tráfico para proteger el entorno. En el pueblo de Incles hay un pequeño autobús eléctrico que recorre los 3 km que acercan al punto de partida de la ruta que pretendíamos hacer: el puente de la Baladosa.

Aparcamos nuestro coche en un aparcamiento cercano a la salida del autobús eléctrico. Desgraciadamente, vimos salir el autobús cuando nos faltaba poco para llegar. Nos indicaron que la próxima salida no era hasta las 15:00.

Decidimos hacer el trayecto hasta el puente de la Baladosa a pie por la carretera del valle de Incles.


Teníamos que aprovechar el día, aunque la ruta hasta el lago de Siscaró estaba ya casi descartada por la hora que era y porque había unas nubes con no muy buena pinta que iban cubriendo el cielo.

El trayecto fue muy agradable. La primavera tardía ofrecía un montón de variedades de preciosas flores que cubrían los prados sobre los que corrían y jugaban los potros de los rebaños de caballos que en ellos pastaban.











Grandalla (flor simbólica de Andorra)

El río Incles quedaba a nuestra derecha durante todo el camino. Llegamos a un pequeño núcleo de casas casi al fondo del valle. Allí paramos para hacernos y comer nuestros bocadillos resguardados en el pequeño porche de una de las casas.

Soplaba un viento frío y un tanto húmedo y el sol ya no brillaba. Nos pusimos nuestros polares.

Tras la comida decidimos llegar hasta el puente de la Baladosa donde hay una zona de picnic y un aparcamiento de coches. Aún me pregunto por qué había allí aparcados unos cinco vehículos.




En este punto ya deseché por completo la posibilidad de ir hasta el lago de Siscaró. Aunque el trayecto no llega a los 4 km, el tiempo amenazaba lluvia y no me atreví a arriesgarme yo sola con las niñas.

Vimos un sendero que nos llevaría de vuelta a Incles (Camí de l'Obac) y decidimos cogerlo para regresar por otro camino que, además, no estuviera asfaltado.



Anémona amarilla, pulsatina alpina


Rododendo


Genciana

El sendero resultó agradable aunque muy embarrado. Nos pusimos de fango literalmente hasta las rodillas: nos caímos en medio de un charco.


Tuvimos que saltar lo que supongo que normalmente es un arroyo pero que ahora bajaba con bastante caudal. No había ni siquiera un puente improvisado y, aunque para un adulto no era muy difícil pasar, para las niñas era muy complicado ya que la longitud de su zancada no tiene nada que ver con la mía. Tuve que hacer equilibrios en un par de piedras para poderlas pasar de un lado al otro.


Poco antes de llegar a Incles, pasamos por una charca repleta de renacuajos con los que las niñas estuvieron jugando un rato.

El sendero llega hasta una urbanización cercana al aparcamiento donde habíamos dejado nuestro coche. Justo en ese momento comenzó a caer una lluvia fina pero intensa.

Ya de regreso a La Massana, descubrimos un túnel de reciente construcción que atraviesa del valle en el que nos encontramos al valle en el que se encuentra La Massana. Un recorrido mucho más sencillo y corto que el que habíamos hecho por la mañana.


domingo, 16 de junio de 2013

Madrid: Camino Schmid

Para hacer la ruta de hoy, salimos de casa con los dos coches. Nos dirigimos a las Dehesas de Cercedilla, donde dejamos uno de los coches. Luego, ya todos juntos, vamos con el otro coche hasta el aparcamiento del puerto de Navacerrada.

Tomamos el camino Schmid. El olor a pino y lo que queda del frescor de la mañana nos compaña mientras paseamos entre las sombras.


El día va a ser caluroso, pero a esta altura aún no se aprecia.

El comienzo del camino lo hacemos con un grupo de divertidas y parlanchinas mujeres. Al poco tiempo cruzamos un arroyo y algo más adelante nos encontramos con un personaje endémico de estas altitudes: la lagartija carpetana.


Nos entretenemos un rato con ella y continuamos camino. Los pequeños claros están salpicados de flores amarillas que brotan entre los tiernos brotes de césped.


Nos volvemos a cruzar con otro personaje inesperado: un solitario y seco pino que lleva clavada la siguiente poesía titulada 'Soneto a un árbol solo':

"En la umbría de siete picos un pino
hermoso, descortezado y muy blanco,
gigante erguido, solo en el barranco,
muestra orgulloso su fatal destino.

A su lado no tiene algún vecino
que le guarde confiado su flanco,
del fuerte viento que le deja manco,
cuando sopla inclemente en torbellino.

Ayer me conmovió que tal hazaña,
enfrentándose a una fuerza tan brutal,
luchando sin descanso en la montaña,

quede oculta entre el bosque y su maraña.
Admiro, viejo luchador, que esfuerzo tal
aúne la fuerza bruta y la maña."

Su autor: Miguel Ángel Morcillo.

Continuamos nuestro camino y cruzamos otro arroyo. Parece que el camino no deja de proporcionarnos curiosidades: el costillar de un dinosaurio.


Bueno, eso es lo que digo a mis hijas y, aunque la pequeña traga, la mayor me dice: "¡Pero si es de madera!".

Se trata del tronco seco de un pino que, suponemos que por el peso de la nieve y tal vez otros factores, tiene las ramas curvadas hacia abajo representando el costillar de algún gran animal.

Seguimos el camino hasta llegar al cruce que indica 'Collado Ventoso'. Cogemos esa dirección y ascendemos hasta llegar al collado. Nada más asomarnos comprendemos el por qué de su nombre.


Buscamos una sombra algo resguardada y allí montamos nuestro picnic.

Una vez terminada la comida, decidimos no continuar el camino Schmid y regresar sobre nuestros pasos hasta el cruce que marca 'Collado Ventoso' para tomar dirección al puerto de la Fuenfría por la senda de los Cospes.

Ya cerca del puerto encontramos una fuente en la que reponemos el agua de nuestras cantimploras. Está fresquísima.


Una vez arriba, descansamos un poquito para luego continuar por la calzada romana. Este segmento que recorremos forma parte de un camino de largo recorrido que unía Mérida con Zaragoza: Vía XXIV del Itinerario de Antonino.


La verdad es que a esta hora ya comenzamos a acusar el calor y el camino empedrado nos hace más difícil el camino. De hecho nos salimos de él para ir por un lateral.


Cruzamos el Puente del Descalzo. El camino se estrecha y la piedra aparece suelta.


Ya cerca de las Dehesas de Cercedilla el camino vuelve a parecerse a una calzada romana.


Entramos en el pinar y nos sorprende la cantidad de 'polvo' que flota en el ambiente. Según nos acercamos descubrimos que en realidad es el polen que sueltan los pinos.


Cuando llegamos a nuestro coche, está cubierto de una capa entre amarilla y verde.



Subimos al coche y nos vamos al puerto de Navacerrada para recoger el otro coche y regresar a casa.