Nuestro 11º
aniversario de boda coincidía en sábado y, como daba buen tiempo, nos
dispusimos a hacer esta ruta. Miguel me había hablado de ella porque pasaba por
algunas zonas en la bici y tenía mucha curiosidad por verla.
Dejamos el coche en
las Dehesas de Cercedilla. Comenzamos a caminar hacia la calzada romana. Va más
gente en esa dirección y un perro anda cerca de nosotros mirando para atrás y
esperando a su dueño.
Poco a poco vamos
quedando menos gente. El perro sigue por allí. Cruzamos el puente y tomamos el
camino Agromán a la derecha. El perro continúa cerca. Miramos atrás y no vemos
a nadie. Comenzamos a elucubrar sobre el perro. A Miguel le suena que es el del
restaurante que hay en las Dehesas. Lo cierto es que el perro se ha unido a
nosotros. Va siempre delante y de vez en cuando mira atrás: cuando estamos
lejos nos espera y prosigue.
Las niñas están
emocionadas. Ellas que desean tanto tener un perro, lo tienen por un día. Es
curiosa la actitud del perro. Nos sorprende.
Subimos por el camino
Agromán. Nos encontramos una ranita, tan pequeña como la uña del dedo gordo de
una mano, haciendo verdaderos esfuerzos por terminar de cruzar la pista y
meterse entre el césped.
Continuamos hasta
llegar a la Vereda del Medio donde cogemos este sendero. El camino se hace
empinado y el perro nos tiene que esperar a menudo. En ocasiones creemos que se
ha ido, pero al doblar una curva... ¡¡ahí está esperándonos!!.
En el punto donde se
cruza el sendero con la carretera de la República tomamos esta pista hasta los
miradores. Allí está el perro recibiendo las caricias de un grupo de ciclistas.
Esa fue la última vez que le vimos (o se unió a otro grupo o regresó a su
casa).
Primero nos acercamos
al mirador Luis Rosales. Una vista espectacular. Allí nos comemos un tentempie
mientras disfrutamos del paisaje.
En este mirador hay
una placa que esconde un hueco donde hay una caja con unos cuadernos y unos
lápices. La gente deja allí ideas escritas y nosotros no íbamos a ser menos...
Nos acercamos al
mirador Vicente Aleixandre y desde allí vamos al reloj de Cela. Se trata de un
gran reloj solar situado en el suelo.
Los números que
marcan las horas se encuentran en bloques de piedra situados alrededor de una
barra de piedra en la que están marcadas distintas fechas del año. Es en estas
marcas donde nos tenemos que colocar para poder ver la hora con nuestra sombra
proyectada.
Proseguimos nuestro
camino y paramos a comer después de la pradera de Navarrulaque y ya tomada la
senda Victory.
Después de comer bajamos hasta la ducha de los alemanes.
Acabamos enlazando
con el sendero del pico de Majalasna a la altura de la pradera de la Fuenfría.
Continuamos de vuelta
hasta las Dehesas.