Llegamos a La Massana
la noche anterior a eso de las dos de la mañana, así que no madrugamos nada.
Bajamos a desayunar al comedor casi a última hora. Después nos acercamos a la
oficina de información y turismo. Yo llevaba planificadas un par de rutas para hacer
a pie y otro par para hacer en coche, pero quería saber si había otras
opciones.
Aunque para el primer
día tenía previsto hacer una ruta corta por el parque natural del valle de
Sorteny, cambié de idea y nos fuimos hacia el valle de Incles con la intención
de ir al lago de Siscaró.
Cogí mi TomTom para
indicarle Incles. Salimos desde La Massana en dirección a Ordino y desde allí
el GPS me condujo por una carretera de montaña que nos llevaría hacia Caselles.
El recorrido ofrece unas vistas preciosas, pero empleamos más tiempo del que
pensaba.
Ya casi sobrepasado
Caselles vimos la iglesia románica de Sant Joan.
Paramos para verla por fuera,
ya que en la oficina de información y turismo nos habían dicho que las iglesias
románicas se abrían el 1 de Julio. Pero su precioso campanario de estilo
lombardo ya merecía la pena.
Nos llevamos una muy
agradable sorpresa al comprobar que estaba abierta.
Nos enteramos de que el
organismo que gestiona esta iglesia es distinto al que gestiona el resto y, por
ello, estaba abierta. Aprovechamos la ocasión para entrar a disfrutar de lo que
esta iglesia ofrece: un Cristo en Majestad de estuco sobre un fondo de pintura
mural de mediados del siglo XII.
Continuamos nuestro
camino hacia Incles. El valle está cerrado al tráfico para proteger el entorno.
En el pueblo de Incles hay un pequeño autobús eléctrico que recorre los 3 km
que acercan al punto de partida de la ruta que pretendíamos hacer: el puente de
la Baladosa.
Aparcamos nuestro
coche en un aparcamiento cercano a la salida del autobús eléctrico.
Desgraciadamente, vimos salir el autobús cuando nos faltaba poco para llegar.
Nos indicaron que la próxima salida no era hasta las 15:00.
Decidimos hacer el
trayecto hasta el puente de la Baladosa a pie por la carretera del valle de
Incles.
Teníamos que aprovechar el día, aunque la ruta hasta el lago de Siscaró
estaba ya casi descartada por la hora que era y porque había unas nubes con no
muy buena pinta que iban cubriendo el cielo.
El trayecto fue muy
agradable. La primavera tardía ofrecía un montón de variedades de preciosas
flores que cubrían los prados sobre los que corrían y jugaban los potros de los
rebaños de caballos que en ellos pastaban.
Grandalla (flor simbólica de Andorra) |
El río Incles quedaba
a nuestra derecha durante todo el camino. Llegamos a un pequeño núcleo de casas
casi al fondo del valle. Allí paramos para hacernos y comer nuestros bocadillos
resguardados en el pequeño porche de una de las casas.
Soplaba un viento
frío y un tanto húmedo y el sol ya no brillaba. Nos pusimos nuestros polares.
Tras la comida
decidimos llegar hasta el puente de la Baladosa donde hay una zona de picnic y
un aparcamiento de coches. Aún me pregunto por qué había allí aparcados unos
cinco vehículos.
En este punto ya
deseché por completo la posibilidad de ir hasta el lago de Siscaró. Aunque el
trayecto no llega a los 4 km, el tiempo amenazaba lluvia y no me atreví a
arriesgarme yo sola con las niñas.
Vimos un sendero que
nos llevaría de vuelta a Incles (Camí de l'Obac) y decidimos cogerlo para
regresar por otro camino que, además, no estuviera asfaltado.
Anémona amarilla, pulsatina alpina |
Rododendo |
Genciana |
El sendero resultó
agradable aunque muy embarrado. Nos pusimos de fango literalmente hasta las
rodillas: nos caímos en medio de un charco.
Tuvimos que saltar lo
que supongo que normalmente es un arroyo pero que ahora bajaba con bastante
caudal. No había ni siquiera un puente improvisado y, aunque para un adulto no
era muy difícil pasar, para las niñas era muy complicado ya que la longitud de su
zancada no tiene nada que ver con la mía. Tuve que hacer equilibrios en un par
de piedras para poderlas pasar de un lado al otro.
Poco antes de llegar
a Incles, pasamos por una charca repleta de renacuajos con los que las niñas
estuvieron jugando un rato.
El sendero llega
hasta una urbanización cercana al aparcamiento donde habíamos dejado nuestro
coche. Justo en ese momento comenzó a caer una lluvia fina pero intensa.
Ya de regreso a La
Massana, descubrimos un túnel de reciente construcción que atraviesa del valle
en el que nos encontramos al valle en el que se encuentra La Massana. Un
recorrido mucho más sencillo y corto que el que habíamos hecho por la mañana.
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