domingo, 20 de mayo de 2012

Madrid: Patones


Hacía bastantes años que no ibamos por allí. Creo que la última vez que estuvimos no estábamos aún casados... Como Miguel tenía que pasar a recoger su dorsal (al día siguiente participaba en una prueba de enduro), aprovechamos para pasar el día en Patones.

Dicen que es uno de los pueblos más bonitos de la Sierra Norte madrileña. Yo lo que puedo decir es que a mí me encanta.

Patones tiene una característica curiosa y es que tuvo rey propio. También, dada su situación poco accesible, parece que los franceses no pasaron por allí cuando invadieron la península (al menos allí se puede leer en una placa).

Cuando se llega a Patones te recibe la antigua iglesia de San José. Ahora es un punto de información turística, pero conserva una pequeña capilla en la que se encuentra la Virgen de la Oliva.

Me llamó la atención que la imágen mostraba sus pies descalzos y, más aún, que el dedo meñique de su pie derecho era bastante más pequeño de lo que debiera para un pie bien proporcionado (en cambio el pie izquierdo no presentaba ninguna 'anormalidad'). No sé si quiere significar algo y que simplemente el artista que la talló tuvo algún problema al tallar este pie. El caso es que resulta curioso.

Antes de dar un paseo por el pueblo decidimos ir a caminar por los alrededores. Más concretamente se trataba de echar un vistazo a la especial número uno de la prueba en la que Miguel participaría al día siguiente. El recorrido era prácticamente circular y de dos kilómetros, así que no había problema para las niñas.

Comenzamos por el camido que sube a la era de pizarra. Es una subida prolongada pero sencilla hasta llegar a la era que ofrece una vista preciosa de Patones.


Continuamos el camino ascendiendo suavemente hasta llegar casi al punto de mayor altitud del trayecto. Allí el camino se desdobla en dos: uno que sigue de frente y otro que va hacia la derecha. Hay que tomar el camino de la derecha ya que como he dicho, es una ruta prácticamente circular. Un poco más adelante el camino ofrece otra preciosa vista de Patones metido entre montañas.


A partir de este punto la ruta es prácticamente entera de bajada a excepción de alguna pequeña subida.




Como he dicho, el trayecto no tiene ninguna dificultad a excepción de dos bajadas especialmente pronunciadas entre piedras de pizarra.

Estas dos bajadas fueron un poco complicadas de bajar para las niñas, pero para eso tienen un padre suficientemente hábil y fuerte. Es un precioso recorrico del que se puede disfrutar del paisaje de la sierra y de toda la gama de colores que la naturaleza ofrece en esta época del año.





Hay otras sendas marcadas para hacer por la zona y de las que se puede obtener información en el punto turístico de Patones.


Tras el paseo nos fuimos a comer a La Terraza de Patones. En el pueblo hay un montón de preciosos restaurantes, de hecho son estos establecimientos los que han conseguido hacer resurgir de sus cenizas a este pueblo. Nosotros elegimos éste porque ya lo conocíamos y su relación calidad-precio nos parece buena.
El día había amanecido amenazante, de hecho nos habían caído alguna finas gotitas durante nuestro paseo, pero fue durante la comida cuando finalmente el día se decidió a llover... ¡¡y menudo aguacero!!... ni los truenos faltaron a la cita. Nosotros estábamos perfectamente resguardados y a gusto en el restaurante, así que alargamos la sobremesa hasta que finalmente la tormenta remitió.

A la larga nos vino fenomenal que se pusiera a llover porque tuvimos la ocasión de dar el mejor paseo que se puede dar por Patones: teníamos el pueblo vacío (cosa dificilísima tratándose de un sábado).
Con la pizarra mojada Patones nos ofreción una de sus caras más bonitas. La sensación de frescor y el olor a tierra mojada hicieron del tránsito por sus calles un auténtico placer. Callejear por el pueblo te va descubrindo sus preciosos rincones.



También bajamos al lavadero, punto de encuentro principal de las mujeres que en una época poblaron este lugar.

El agua volvió a comenzar a caer y esta vez, ya sin lugar de resguardo, nos hizo ir hacia el coche para regresar a casa.







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