martes, 21 de agosto de 2012

Valencia: La Albufera


Como todo los años hemos ido a pasar una semana a Benidorm y, para romper un poco la monotonía de playa, decidimos hacer una excursión para visitar La Albufera de Valencia.

Desde Benidorm hasta El Palmar hay hora y media de coche si se va por la autopista de peaje. Si se prefiere ir por la carretera de la costa el trayecto dura una hora más.

En Madrid ya había hecho la reserva del paseo en barca y la visita a una barraca. Lo hice con antelación para evitar problemas de última hora dado que es Agosto. La empresa con los que reservamos es 'Rosa "la barquera" y Tonet' y el paseo más la barraca salió a 6€ por persona.

Lo primero que nos llamó la atención cuando nos aproximábamos a El Palmar fue la extensión tan grande de arrozales. Parece una tontería pero no es lo mismo imaginarlo que verlo realmente.


En Agosto está comenzando a amarillear el grano pero la planta está aún verde y el paisaje es precioso. Por el camino se van cruzando pequeños puentes que pasan sobre los canales que conducen el agua con el que se inundan los campos para cultivar el arroz.

Una vez en El Palmar fuimos directos a la barca. El embarcadero de 'Rosa y Tonet' se encuentra al lado del parking de autobuses de El Palmar, así que no resultó difícil de encontrar. Tienen una finca donde poder meter el coche. Allí nos recibió Tonet, un hombre muy amable. Nuestra barca no la llevaba él sino una chica que creo que era su hija y que también fue muy amable y simpática con nosotros.

Para girar la embarcación antes de comenzar el paseo se utiliza la percha (o el palo, como decíamos nosotros) así que se puede ver la manera en la que antiguamente se movían estas barcas. Pero una vez girada entró en marcha el motor.

La barraca que visitamos estaba muy cerca del embarcadero, así que en seguida paramos. La que visitamos (y supongo que todas serán más o menos igual) tenía una primera estancia en la que se encontraba una sala de estar-comedor y la cocina y dos dormitorios. Tenía también una escalera que conducía a una parte alta que ocupaba sólo media planta de la vivienda y que en este caso estaba habilitada como trastero y habitación de emergencia.



Nos llamó mucho la atención del 'grifo' de la cocina.
















Ahora que lo pienso, no vimos ningún baño... supongo que tendría alguna caseta exterior para este uso.


En la parte trasera de la barraca había un agradable porche y un jardín.


Dado que La Albufera es un parque natural, ya no está permitido construir, por lo que las barracas deben ser convenientemente mantenidas por sus propietarios ya que si se cayeran no se podrían volver a levantar.

Salimos del fresquito de la barraca para volver a la barca y dar una vuelta por La Albufera.

Una vez más nos sorprendió su extensión. Había zonas abiertas en las que parecía el mar. La guía nos comentó que el agua de La Albufera es esencialmente dulce aunque tiene vetas de sal, lo que permite que haya lubinas en este lugar.

También nos comentó que en La Albufera se hacen carreras de barcas a vela latina. Estas competiciones caen en domingo pero hay que mirar el calendario de regatas para saber las fechas exactas. Debe ser precioso verlo.



En las zonas en las que se crean canales entre las cañas pudimos ver garzas reales y montones de patos.

Después del precioso paseo nos fuimos a dar una vuelta por El Palmar. Un pueblo que antaño se dedicaría sólo a la pesca y el arroz y que ahora tiene una importante fuente de ingresos proveniente del turismo. Prueba de ello es la cantidad de restaurantes que existen.

Lo que más llama la atención son algunos canales que pasan por el pueblo y que le dan su encanto.

Tras el paseo por El Palmar y echar un vistazo a sus restaurantes, finalmente nos decantamos por Bon Aire. Fue todo un acierto tanto por su ubicación como por la comida. Se encuentra al lado de uno de los canales que dan a los arrozales. Era precisamente de los arrozales de donde venía el airecito, así que comimos sin pasar gota de calor.

Disponían de un menú de 15€ que constaba de un entrante, un plato principal y postre o café. También hay otros menús de 20€ y 30€ (si no recuerdo mal) en los que hay cuatro entrantes, pero no somos tan comilones. Yo pedí una ensalada y arroz a banda. Buenísimo. Pero lo mejor estaba por llegar: una degustación de postres caseros entre los que me resultaba imposible decir cuál era el mejor. Deliciosos.

Raúl (creo que es el propietario) nos atendió fenomenal. La comida resultó un verdadero placer.

Tras la sobremesa regresamos a Benidorm. El camino de vuelta lo hicimos por la carretera de la costa y pudimos disfrutar de pasar de los arrozales a los naranjos. Valencia en toda regla.


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