Como todo los años hemos ido a pasar una semana a Benidorm y, para romper un poco la monotonía de
playa, decidimos hacer una excursión para visitar La Albufera de Valencia.
Desde Benidorm hasta
El Palmar hay hora y media de coche si se va por la autopista de peaje. Si se
prefiere ir por la carretera de la costa el trayecto dura una hora más.
En Madrid ya había
hecho la reserva del paseo en barca y la visita a una barraca. Lo hice con
antelación para evitar problemas de última hora dado que es Agosto. La empresa
con los que reservamos es 'Rosa "la barquera" y Tonet' y el paseo más
la barraca salió a 6€ por persona.
Lo primero que nos
llamó la atención cuando nos aproximábamos a El Palmar fue la extensión tan
grande de arrozales. Parece una tontería pero no es lo mismo imaginarlo que
verlo realmente.
En Agosto está comenzando a amarillear el grano pero la planta
está aún verde y el paisaje es precioso. Por el camino se van cruzando pequeños
puentes que pasan sobre los canales que conducen el agua con el que se inundan
los campos para cultivar el arroz.
Una vez en El Palmar
fuimos directos a la barca. El embarcadero de 'Rosa y Tonet' se encuentra al
lado del parking de autobuses de El Palmar, así que no resultó difícil de
encontrar. Tienen una finca donde poder meter el coche. Allí nos recibió Tonet,
un hombre muy amable. Nuestra barca no la llevaba él sino una chica que creo
que era su hija y que también fue muy amable y simpática con nosotros.
Para girar la
embarcación antes de comenzar el paseo se utiliza la percha (o el palo, como
decíamos nosotros) así que se puede ver la manera en la que antiguamente se
movían estas barcas. Pero una vez girada entró en marcha el motor.
La barraca que
visitamos estaba muy cerca del embarcadero, así que en seguida paramos. La que
visitamos (y supongo que todas serán más o menos igual) tenía una primera
estancia en la que se encontraba una sala de estar-comedor y la cocina y dos
dormitorios. Tenía también una escalera que conducía a una parte alta que
ocupaba sólo media planta de la vivienda y que en este caso estaba habilitada
como trastero y habitación de emergencia.
Nos llamó mucho la
atención del 'grifo' de la cocina.
Ahora que lo pienso, no vimos ningún baño... supongo que tendría alguna caseta exterior para este uso.
En la parte trasera
de la barraca había un agradable porche y un jardín.
Dado que La Albufera
es un parque natural, ya no está permitido construir, por lo que las barracas deben
ser convenientemente mantenidas por sus propietarios ya que si se cayeran no se
podrían volver a levantar.
Salimos del fresquito
de la barraca para volver a la barca y dar una vuelta por La Albufera.
Una vez más nos
sorprendió su extensión. Había zonas abiertas en las que parecía el mar. La
guía nos comentó que el agua de La Albufera es esencialmente dulce aunque tiene
vetas de sal, lo que permite que haya lubinas en este lugar.
También nos comentó
que en La Albufera se hacen carreras de barcas a vela latina. Estas
competiciones caen en domingo pero hay que mirar el calendario de regatas para
saber las fechas exactas. Debe ser precioso verlo.
En las zonas en las que se crean canales entre las cañas pudimos ver garzas reales y montones de patos.
Después del precioso
paseo nos fuimos a dar una vuelta por El Palmar. Un pueblo que antaño se
dedicaría sólo a la pesca y el arroz y que ahora tiene una importante fuente de
ingresos proveniente del turismo. Prueba de ello es la cantidad de restaurantes
que existen.
Tras el paseo por El
Palmar y echar un vistazo a sus restaurantes, finalmente nos decantamos por Bon
Aire. Fue todo un acierto tanto por su ubicación como por la comida. Se
encuentra al lado de uno de los canales que dan a los arrozales. Era
precisamente de los arrozales de donde venía el airecito, así que comimos sin
pasar gota de calor.
Disponían de un menú
de 15€ que constaba de un entrante, un plato principal y postre o café. También
hay otros menús de 20€ y 30€ (si no recuerdo mal) en los que hay cuatro
entrantes, pero no somos tan comilones. Yo pedí una ensalada y arroz a banda.
Buenísimo. Pero lo mejor estaba por llegar: una degustación de postres caseros
entre los que me resultaba imposible decir cuál era el mejor. Deliciosos.
Raúl (creo que es el
propietario) nos atendió fenomenal. La comida resultó un verdadero placer.
Tras la sobremesa
regresamos a Benidorm. El camino de vuelta lo hicimos por la carretera de la
costa y pudimos disfrutar de pasar de los arrozales a los naranjos. Valencia en
toda regla.
Muy buena informacion, no dudare de visitar El Palmar
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