Compramos nuestras
entradas a los parques Disneyland París (Disneyland Park y Walt Disney Studios)
para cuatro días, la estancia en el hotel Sequoia Lodge y la media pensión
Premium en la página web oficial de Disneyland París. La media pensión Premium
tiene una selección de restaurantes dentro de los parques donde poder
comer/cenar y merendar.
El vuelo también lo
compramos por internet. Volamos con Air France porque eran los que más temprano
salían hacia París y los que más tarde regresaban a Madrid, de esa forma
teníamos más tiempo disponible.
También compramos
nuestros billetes del autobús VEA que traslada del aeropuerto al parque y
viceversa en la página web de la compañía de transporte.
Todo lo preparamos
dos meses antes de salir de viaje y lo mantuvimos en secreto para sorprender a
nuestras hijas.
Llegado el día
tuvimos que madrugar mucho. Aunque en el aeropuerto las niñas vieron que el
vuelo que íbamos a tomar tenía como destino París, no sospecharon nada y
seguían preguntando si nos íbamos a la playa. No fue hasta llegar a París y
coger el autobús VEA que conduce al parque que se dieron cuenta a dónde íbamos
realmente. Los gritos de nervios e impaciencia nos acompañaron durante todo el
trayecto.
A la llegada al hotel
tenemos que hacer algo de cola hasta que nos atienden. En la recepción nos proporcionan
los tickets de las comidas/cenas y las meriendas y nos piden que elijamos un
horario para el desayuno. Nos dirigimos a la habitación para dejar las maletas
y de camino decidimos que utilizaremos los tickets para las cenas ya que las
comidas pretendemos hacerlas rápidas y será en las cenas donde dispongamos de
más tiempo.
En la recepción nos
indicaron que era aconsejable reservar en los restaurantes con tiempo para no
tener problemas, así que cogimos nuestra mochila y nos encaminamos hacia el
parque a pie. Desde el hotel Sequoia Lodge hay unos quince minutos andando
hasta el control de seguridad del parque que se encuentra justo antes de entrar
en Disney Village. El paseo es agradable a la orilla del lago alrededor del que
se encuentran varios de los hoteles del parque.
Existe un autobús
gratuito que para enfrente del hotel y lleva a la entrada del parque. Supongo
que irá parando en todos los hoteles recogiendo a gente. Nosotros no lo cogimos
ningún día.
Atravesamos el centro
de ocio lleno de tiendas y restaurantes para llegar a una plazoleta cerca de la
que se encuentran las entradas a los dos parques. Nos vamos hacia Disneyland.
Nos recibe el famoso hotel Disneyland en el que se encuentran los tornos de
entrada.
Los jardines están
repletos de flores de distintos colores. Estamos en primavera y el parque tiene
una decoración específica de esta estación.
Lo primero que hicimos fue subir al
tren que da la vuelta al parque para hacernos una idea de sus dimensiones.
Tras
el paseo nos adentramos en el parque por la famosa Main Street que desemboca en
el castillo de la Bella Durmiente.
En esta calle se encuentra el restaurante
Walt's. No tenían hueco para cenar ese día pero desde allí pudimos hacer las
reservas de las tres cenas que teníamos por delante: la primera en el
restaurante Blue Lagoon situado al lado de los piratas del Caribe, la segunda
en el Silver Spur Steakhouse situado en el lejano Oeste y la tercera, finalmente,
en el Walt's.
Una vez hecho esto
nos centramos en comenzar a ver el parque Disneyland (que se compone de cuatro
ambientes: Fantasyland, Discoveryland, Frontierland y Adventureland) y subirnos
a sus atracciones. El decorado es precioso. Todas las personas que trabajan en
el parque van vestidas de época, lo que hace que uno se meta más aún en el
ambiente. Incluso los puestos de venta en la calle están caracterizados...
Las atracciones están
pensadas para los niños. No son atracciones fuertes salvo un par de montañas
rusas situadas en Adventureland y Discoveryland que son para niños más mayores
(1,40 m).
Las colas más largas
que encontramos para subir a las atracciones son de unos 20-30 minutos... pero
lo habitual son 10 minutos. Esto nos permitió subirnos en muchas atracciones el
primer día de las que destaco el vuelo de Peter Pan en Fantasyland, los piratas
del Caribe en Adventureland y la montaña rusa Big Thunder Mountain en
Frontierland.
El restaurante Blue
Lagoon está ambientado como si de un puerto pirata se tratara. Es muy bonito.
La comida no era nada extraordinario pero no estaba mal. Cuidan hasta el último
detalle: los platos de los niños tienen la forma de la cara de Mickey.
Después de la cena
nos fuimos al hotel. Después de habernos levantado a las 5 de la mañana
estábamos agotados.
Al día siguiente nos
entretuvimos mucho y bajamos a desayunar más tarde de lo que nos correspondía.
Encontramos una cola monumental para entrar al comedor y nos temimos lo peor.
Pero descubrimos que el tema del horario es orientativo y para que la gente se
distribuya en el tiempo... también descubrimos lo ágiles que son manejando
grandes volúmenes de gente: en unos 10 minutos ya estábamos sentados en nuestra
mesa para desayunar... ¡¡sorprendente!!
Tras el rico desayuno
nos fuimos de nuevo al parque. El día anterior habíamos visto en Fantasyland el
pabellón de las princesas. Nos dijeron que para poder entrar hay que coger hora
pronto por la mañana así que Miguel se fue a hacer cola para coger la cita
mientras yo iba con las niñas a repetir en las tazas de Alicia (les habían
encantado), subir en el tiovivo y observar cómo trabajaban el cristal en una
tienda situada en el castillo de la Bella Durmiente.
Aún no habíamos visto
completo ninguno de los varios desfiles que hay al día. No nos habíamos
organizado bien y siempre los encontrábamos empezados, así que nos propusimos
ponernos específicamente a esperar para verlo.
Los colores, los
personajes y las canciones de Mary Poppins llenaban todo de alegría y
optimismo. Los bailarines espectaculares. Nos llamó muchísimo la atención el
cariño con el que se trata a los niños. Parece algo obvio en un lugar como este,
pero el cuidado que tenían regalando sonrisas, miradas de complicidad y saludos
a todos los niños me emocionó.
Tras los desfiles
todo el mundo se dispersaba con una sonrisa tonta en la cara y canturreando sin
darse cuenta... ¡¡era inevitable!!, ¡¡es contagioso!!
Las tiendas son
preciosas, todo está colocado de forma muy atractiva... hay que hacer un
ejercicio de autocontención para no caer en un consumismo desenfrenado.
Este día entramos en
Discoveryland donde destaco Autopia (unos coches que pueden ser conducidos por
los niños), Orbitron (unas naves voladoras) y Buzz Lightyear Laser Blast.
También entramos en
el parque Walt Disney Studios. Aquí se encuentran las atracciones basadas en
Cars, Buscando a Nemo y Toy Story. Muy divertidas. La única que no tuvo mucho
éxito fue la de Nemo: un poco fuerte para mis hijas... no quisieron repetir.
Después de comer nos
fuimos hacia el pabellón de las princesas en Fantasyland. Hay que esperar hasta
que te llaman, cosa que se va haciendo por horas y sólo se puede entrar si se
muestra el papel que acredita que se tiene cita. En el recorrido por el pabellón
se ve la rosa de La Bella y la Bestia, el zapato de Cenicienta, la flor de
Rapunzzel, la lámpara de Aladino, el espejo de Blancanieves... lo que ayuda a
entretenerse mientras llega el turno.
En el pabellón hay
dos princesas situadas en dos reservados. Uno nunca sabe quién está ni quién te
va a tocar... llegado el turno se pasa al reservado para poder estar un rato
con la princesa y hacerse unas fotos. A nosotros nos tocó Cenicienta. Todas las
princesas saben hablar un poco en distintos idiomas de forma que se dirigen a
los niños en su propio idioma.
El restaurante Silver
Spur Steakhouse es un auténtico saloon del lejano Oeste. Los camareros
perfectamente caracterizados. Aquí la comida es a la brasa.
Tras la cena nos
fuimos a ver atardecer delante del castillo de la Bella Durmiente mientras
esperábamos para ver el espectáculo nocturno. La espera mereció definitivamente
la pena. Estábamos en un lugar privilegiado: primera fila.
La música, las
imágenes, los fuegos artificiales... espectacular... en varias ocasiones creí
estar viendo la traca final... cuando llegó la de verdad me quedé sin
palabras... las llamaradas de fuego eran tan grandes que nos calentaban la cara...
un espectáculo grandioso...
El tercer día
repetimos las atracciones que más habían gustado, pero para la comida teníamos
una sorpresa para las niñas: habíamos reservado en el restaurante de
Cenicienta. Para poder estar con las princesas se puede ir al pabellón (como
habíamos hecho el día anterior, pero allí sólo se puede estar con una) o a
Auberge de Cendrillon. La ventaja de este restaurante es que van varias
princesas que se pasan por las mesas, hablan con los niños y se fotografían con
ellos... lo malo es que es muy caro... pero bueno, es una vez en la vida,
¿no?... Allí estuvimos con Cenicienta, Bella y la Bella Durmiente...
Blancanieves no estaba :(
Fuimos a cenar al
restaurante Walt's. Se trata de una casa situada en Main Street que representa
la casa de Walt Disney. Tiene pequeños comedores repartidos por la casa
situados en las distintas habitaciones de la vivienda. Nos tocó una mesa al
lado de una ventana así que teníamos muy buenas vistas. Este restaurante nos
pareció el mejor de todos en los que habíamos estado con diferencia.
Tras la cena
repetimos el espectáculo nocturno. Esta vez pasado por agua, pero ni la lluvia
le quitó brillo.
Nuestro último día
era sábado, y sucedió lo que temíamos: gente, gente y más gente.
Miguel se fue
temprano a hacer cola para poder estar un rato con Rapunzzel (la princesa
preferida de Noa) y yo llegué algo más tarde. Las colas en los tornos eran
enormes. Llegué donde estaba Miguel haciendo la cola y quedamos en que yo iba
con las niñas a montar en alguna atracción y luego regresaba.
Comenzamos a caminar
entre la marea de gente que iba y venía. Los tiempos estimados de espera eran
larguísimos en todas las atracciones. En el vuelo de Peter Pan era de 45
minutos, así que me puse en la cola para montar y luego ir a la princesa. Tras
50 minutos de espera aún no había llegado ni cerca... así que salimos de la
cola y nos fuimos a Rapunzzel. De nuevo atravesando Fantasyland entre mucha
gente... y agarrando a las niñas fuerte de la mano... creo que si hubiese
perdido a alguna me hubiera costado encontrarla.
Tras ver a Rapunzzel
decidimos ir a Walt Disney Studios a ver el desfile de ese parque que aún no
habíamos visto, tras lo cual nos fuimos hacia el hotel para recoger y regresar
a casa.
Como recomendación
diría:
- Los niños deberían
tener al menos 5 años (mejor 6) porque los parques son grandes y si se quieren
aprovechar hay que caminar bastante.
- Ir en periodo
escolar español y francés e intentar que ninguno de los días sea de fin de
semana. Nosotros el sábado no lo pudimos aprovechar demasiado.