Dejamos el coche en
un aparcamiento ubicado en el Alto de la Farrapona, donde comienza la ruta.
La parte inicial es
una pista en bajada. Casi nada más comenzar nos encontramos con el Lago de la
Cueva. Hasta allí llega mucha gente porque debe haber sólo un kilómetro desde
el aparcamiento. Las hay que hasta llegan en tacones...
Nos adelanta una
familia con la que nos cruzamos el día de la ruta del Lago de Valle. Deben
estar visitando Somiedo como nosotros.
La pista prosigue y
comienza una suave ascensión que poco a poco se va haciendo más acusada hasta
llegar a unas cetas en las que rápidamente vamos ganando altura. En la última
ceta hay una especie de balcón desde el que tenemos una preciosa vista del lago
que encontramos en primer lugar. Descansamos un poco y proseguimos ascendiendo
más suavemente.
Al poco nos encontramos con la Laguna de Almagrera o de La
Mina.
El paisaje es
precioso. Proseguimos subiendo por la pista, pero cerca de allí hay que girar a
la izquierda y la pista se transforma en sendero. Es en este punto donde la
ruta comienza a hacerse más divertida. Andar por pista está bien, pero nada
como los senderos...
El paisaje se
convierte en espectacular. Dejamos atrás el Lago Cerveriz.
Nos encaminamos hacia
el lago más grande. Lo que nos rodea parece una postal gigante. Es un auténtico
placer para la vista. Los restos de la nieve caída en el invierno decoran las
laderas. Es totalmente idílico.
Llegamos al Lago de
Calabazosa o Negro. Un auténtico espectáculo. Nos sentamos a descansar y comer
unos pistachos, pero sobre todo a disfrutar. La tranquilidad de sus aguas, el reflejo
de la nieve en ellas, el sol radiante... incluso un momento de total silencio
que nos regala mi hija pequeña.
Nos quedamos un buen
rato.
Pasan por allí unos
guardas del parque equipados con prismáticos. Nos comentan que a veces se ven
oso bajando a beber a la orilla del lago. Mis hijas están entusiasmadas...
cualquier sombra es transformada en oso por su imaginación.
Llegados a este punto
tenemos un dilema: regresar por donde vinimos o continuar por una ruta circular
que encontramos en wikiloc que regresa al Lago de la Cueva por la orilla
contraria a la que entramos. Los guardas nos dicen que la ruta circular no es
peligrosa y que podemos ir con las niñas, así que allá vamos.
Se puede decir que el
sendero desaparece. Vamos pisando sobre verde. Menos mal que vamos con el GPS.
Vamos bordeando en
altura el Lago Negro, que nos ofrece siempre panorámicas preciosas. Buscamos un
buen lugar para parar a comer con vistas al lago.
Comemos
tranquilamente. Nos relajamos en un entorno que no invita a otra cosa más que
al deleite de los sentidos. Observamos una excursión de unas ocho personas que
van por la orilla del lago... son casi como hormiguitas.
Recogemos y nos
disponemos a regresar, no sin pena por dejar ese lugar.
De nuevo encontramos
sendero. En un par de ocasiones tenemos que atravesar neveros que tapan el
camino. Comenzamos a ver de nuevo el Lago de la Cueva desde arriba. El sendero
lo va bordeando por arriba mientras desciende hasta llegar a él.
Ya sólo queda regresar
al aparcamiento. Es cuesta arriba, pero las imágenes que aún tenemos en la
retina nos ayudan a terminar el recorrido.
Aún siendo la ruta
más larga de las que hemos hecho, es la única en la que las niñas no se han
quejado nada. También ellas han disfrutado del paisaje, pero sobre todo de
caminar por senderos.
Regresamos a Valle de
Lago, donde nos preparamos una buena merienda.
No nos merecemos menos.
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