domingo, 25 de mayo de 2014

Disneyland París

Compramos nuestras entradas a los parques Disneyland París (Disneyland Park y Walt Disney Studios) para cuatro días, la estancia en el hotel Sequoia Lodge y la media pensión Premium en la página web oficial de Disneyland París. La media pensión Premium tiene una selección de restaurantes dentro de los parques donde poder comer/cenar y merendar.

El vuelo también lo compramos por internet. Volamos con Air France porque eran los que más temprano salían hacia París y los que más tarde regresaban a Madrid, de esa forma teníamos más tiempo disponible.

También compramos nuestros billetes del autobús VEA que traslada del aeropuerto al parque y viceversa en la página web de la compañía de transporte.

Todo lo preparamos dos meses antes de salir de viaje y lo mantuvimos en secreto para sorprender a nuestras hijas.

Llegado el día tuvimos que madrugar mucho. Aunque en el aeropuerto las niñas vieron que el vuelo que íbamos a tomar tenía como destino París, no sospecharon nada y seguían preguntando si nos íbamos a la playa. No fue hasta llegar a París y coger el autobús VEA que conduce al parque que se dieron cuenta a dónde íbamos realmente. Los gritos de nervios e impaciencia nos acompañaron durante todo el trayecto.

A la llegada al hotel tenemos que hacer algo de cola hasta que nos atienden. En la recepción nos proporcionan los tickets de las comidas/cenas y las meriendas y nos piden que elijamos un horario para el desayuno. Nos dirigimos a la habitación para dejar las maletas y de camino decidimos que utilizaremos los tickets para las cenas ya que las comidas pretendemos hacerlas rápidas y será en las cenas donde dispongamos de más tiempo.

En la recepción nos indicaron que era aconsejable reservar en los restaurantes con tiempo para no tener problemas, así que cogimos nuestra mochila y nos encaminamos hacia el parque a pie. Desde el hotel Sequoia Lodge hay unos quince minutos andando hasta el control de seguridad del parque que se encuentra justo antes de entrar en Disney Village. El paseo es agradable a la orilla del lago alrededor del que se encuentran varios de los hoteles del parque.

Existe un autobús gratuito que para enfrente del hotel y lleva a la entrada del parque. Supongo que irá parando en todos los hoteles recogiendo a gente. Nosotros no lo cogimos ningún día.

Atravesamos el centro de ocio lleno de tiendas y restaurantes para llegar a una plazoleta cerca de la que se encuentran las entradas a los dos parques. Nos vamos hacia Disneyland. Nos recibe el famoso hotel Disneyland en el que se encuentran los tornos de entrada.


Los jardines están repletos de flores de distintos colores. Estamos en primavera y el parque tiene una decoración específica de esta estación.


Lo primero que hicimos fue subir al tren que da la vuelta al parque para hacernos una idea de sus dimensiones.


Tras el paseo nos adentramos en el parque por la famosa Main Street que desemboca en el castillo de la Bella Durmiente.


En esta calle se encuentra el restaurante Walt's. No tenían hueco para cenar ese día pero desde allí pudimos hacer las reservas de las tres cenas que teníamos por delante: la primera en el restaurante Blue Lagoon situado al lado de los piratas del Caribe, la segunda en el Silver Spur Steakhouse situado en el lejano Oeste y la tercera, finalmente, en el Walt's.

Una vez hecho esto nos centramos en comenzar a ver el parque Disneyland (que se compone de cuatro ambientes: Fantasyland, Discoveryland, Frontierland y Adventureland) y subirnos a sus atracciones. El decorado es precioso. Todas las personas que trabajan en el parque van vestidas de época, lo que hace que uno se meta más aún en el ambiente. Incluso los puestos de venta en la calle están caracterizados...


Las atracciones están pensadas para los niños. No son atracciones fuertes salvo un par de montañas rusas situadas en Adventureland y Discoveryland que son para niños más mayores (1,40 m).




Las colas más largas que encontramos para subir a las atracciones son de unos 20-30 minutos... pero lo habitual son 10 minutos. Esto nos permitió subirnos en muchas atracciones el primer día de las que destaco el vuelo de Peter Pan en Fantasyland, los piratas del Caribe en Adventureland y la montaña rusa Big Thunder Mountain en Frontierland.

El restaurante Blue Lagoon está ambientado como si de un puerto pirata se tratara. Es muy bonito. La comida no era nada extraordinario pero no estaba mal. Cuidan hasta el último detalle: los platos de los niños tienen la forma de la cara de Mickey.


Después de la cena nos fuimos al hotel. Después de habernos levantado a las 5 de la mañana estábamos agotados.

Al día siguiente nos entretuvimos mucho y bajamos a desayunar más tarde de lo que nos correspondía. Encontramos una cola monumental para entrar al comedor y nos temimos lo peor. Pero descubrimos que el tema del horario es orientativo y para que la gente se distribuya en el tiempo... también descubrimos lo ágiles que son manejando grandes volúmenes de gente: en unos 10 minutos ya estábamos sentados en nuestra mesa para desayunar... ¡¡sorprendente!!

Tras el rico desayuno nos fuimos de nuevo al parque. El día anterior habíamos visto en Fantasyland el pabellón de las princesas. Nos dijeron que para poder entrar hay que coger hora pronto por la mañana así que Miguel se fue a hacer cola para coger la cita mientras yo iba con las niñas a repetir en las tazas de Alicia (les habían encantado), subir en el tiovivo y observar cómo trabajaban el cristal en una tienda situada en el castillo de la Bella Durmiente.

Aún no habíamos visto completo ninguno de los varios desfiles que hay al día. No nos habíamos organizado bien y siempre los encontrábamos empezados, así que nos propusimos ponernos específicamente a esperar para verlo.

Los colores, los personajes y las canciones de Mary Poppins llenaban todo de alegría y optimismo. Los bailarines espectaculares. Nos llamó muchísimo la atención el cariño con el que se trata a los niños. Parece algo obvio en un lugar como este, pero el cuidado que tenían regalando sonrisas, miradas de complicidad y saludos a todos los niños me emocionó.












Tras los desfiles todo el mundo se dispersaba con una sonrisa tonta en la cara y canturreando sin darse cuenta... ¡¡era inevitable!!, ¡¡es contagioso!!

Las tiendas son preciosas, todo está colocado de forma muy atractiva... hay que hacer un ejercicio de autocontención para no caer en un consumismo desenfrenado.




Este día entramos en Discoveryland donde destaco Autopia (unos coches que pueden ser conducidos por los niños), Orbitron (unas naves voladoras) y Buzz Lightyear Laser Blast.




También entramos en el parque Walt Disney Studios. Aquí se encuentran las atracciones basadas en Cars, Buscando a Nemo y Toy Story. Muy divertidas. La única que no tuvo mucho éxito fue la de Nemo: un poco fuerte para mis hijas... no quisieron repetir.

Después de comer nos fuimos hacia el pabellón de las princesas en Fantasyland. Hay que esperar hasta que te llaman, cosa que se va haciendo por horas y sólo se puede entrar si se muestra el papel que acredita que se tiene cita. En el recorrido por el pabellón se ve la rosa de La Bella y la Bestia, el zapato de Cenicienta, la flor de Rapunzzel, la lámpara de Aladino, el espejo de Blancanieves... lo que ayuda a entretenerse mientras llega el turno.

En el pabellón hay dos princesas situadas en dos reservados. Uno nunca sabe quién está ni quién te va a tocar... llegado el turno se pasa al reservado para poder estar un rato con la princesa y hacerse unas fotos. A nosotros nos tocó Cenicienta. Todas las princesas saben hablar un poco en distintos idiomas de forma que se dirigen a los niños en su propio idioma.

El restaurante Silver Spur Steakhouse es un auténtico saloon del lejano Oeste. Los camareros perfectamente caracterizados. Aquí la comida es a la brasa.

Tras la cena nos fuimos a ver atardecer delante del castillo de la Bella Durmiente mientras esperábamos para ver el espectáculo nocturno. La espera mereció definitivamente la pena. Estábamos en un lugar privilegiado: primera fila.


La música, las imágenes, los fuegos artificiales... espectacular... en varias ocasiones creí estar viendo la traca final... cuando llegó la de verdad me quedé sin palabras... las llamaradas de fuego eran tan grandes que nos calentaban la cara... un espectáculo grandioso...

El tercer día repetimos las atracciones que más habían gustado, pero para la comida teníamos una sorpresa para las niñas: habíamos reservado en el restaurante de Cenicienta. Para poder estar con las princesas se puede ir al pabellón (como habíamos hecho el día anterior, pero allí sólo se puede estar con una) o a Auberge de Cendrillon. La ventaja de este restaurante es que van varias princesas que se pasan por las mesas, hablan con los niños y se fotografían con ellos... lo malo es que es muy caro... pero bueno, es una vez en la vida, ¿no?... Allí estuvimos con Cenicienta, Bella y la Bella Durmiente... Blancanieves no estaba :(

Fuimos a cenar al restaurante Walt's. Se trata de una casa situada en Main Street que representa la casa de Walt Disney. Tiene pequeños comedores repartidos por la casa situados en las distintas habitaciones de la vivienda. Nos tocó una mesa al lado de una ventana así que teníamos muy buenas vistas. Este restaurante nos pareció el mejor de todos en los que habíamos estado con diferencia.

Tras la cena repetimos el espectáculo nocturno. Esta vez pasado por agua, pero ni la lluvia le quitó brillo.

Nuestro último día era sábado, y sucedió lo que temíamos: gente, gente y más gente.


Miguel se fue temprano a hacer cola para poder estar un rato con Rapunzzel (la princesa preferida de Noa) y yo llegué algo más tarde. Las colas en los tornos eran enormes. Llegué donde estaba Miguel haciendo la cola y quedamos en que yo iba con las niñas a montar en alguna atracción y luego regresaba.

Comenzamos a caminar entre la marea de gente que iba y venía. Los tiempos estimados de espera eran larguísimos en todas las atracciones. En el vuelo de Peter Pan era de 45 minutos, así que me puse en la cola para montar y luego ir a la princesa. Tras 50 minutos de espera aún no había llegado ni cerca... así que salimos de la cola y nos fuimos a Rapunzzel. De nuevo atravesando Fantasyland entre mucha gente... y agarrando a las niñas fuerte de la mano... creo que si hubiese perdido a alguna me hubiera costado encontrarla.

Tras ver a Rapunzzel decidimos ir a Walt Disney Studios a ver el desfile de ese parque que aún no habíamos visto, tras lo cual nos fuimos hacia el hotel para recoger y regresar a casa.

Como recomendación diría:
- Los niños deberían tener al menos 5 años (mejor 6) porque los parques son grandes y si se quieren aprovechar hay que caminar bastante.

- Ir en periodo escolar español y francés e intentar que ninguno de los días sea de fin de semana. Nosotros el sábado no lo pudimos aprovechar demasiado.

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