Llegamos temprano a
Villar de Vildas. Queríamos hacer la ruta y llegar con tiempo para comer en el
restaurante La Pornacal que nos había recomendado un amigo de Miguel.
Aparcamos el coche y
nos vamos a reservar mesa. Es tan pronto que hasta dudamos de que el
restaurante estuviera abierto... abro la puerta y saludo al vacío. Aparece una
señora mayor muy amable y sonriente a la que le digo que si se puede reservar
una mesa para las tres de la tarde. Su acento es puro asturiano, tanto que me
cuesta entenderla... pero creo que me dice que sí, que no me preocupe. La
señora es muy amable y me da charla durante un rato... cuando le digo que me
tengo que ir a hacer la ruta de la braña se sorprende de que las niñas también
la vayan a hacer. Nos despedimos y regala unos chupa-chups a mis hijas.
Lo cierto es que como
la señora es mayor y no ha apuntado nada, me queda la duda de si tendremos mesa
al regresar.
Salimos del pueblo
caminando y comenzamos la ruta.
Es toda ella pista y de subida constante. Rampa
tras rampa nos vamos cansando. Se suma que el caminar por pista aburre a las
niñas y se hace dure buscar algo que las distraiga. El paisaje no es suficiente
para ellas y se les acaba haciendo muy monótono el camino... confieso que a mí
también se me hizo duro.
Llegamos a la braña
de La Pornacal. Eso nos anima. Ahora subimos por verde para adentrarnos en la
braña y dar un paseo. Está muy bien conservada y ofrece una visión de la Asturias
ganadera muy bonita.
Estamos solos, así
que disfrutamos a nuestras anchas. Atravesamos la braña y subimos por un camino
que nos ofrece una vista preciosa del conjunto.
Continuamos adelante con la intención de llegar a la Braña Vieja.
De camino encontramos un grupo de gente del País Vasco que está haciendo la ruta saliendo de La Peral para llegar a Villar de Vildas. Nos cometan que falta bastante camino hasta la braña... Para no llegar tarde a comer decidimos regresar.
Cuando entramos al
Restaurante La Pornacal no vemos a la señora de la mañana. Hay un matrimonio
atendiendo la barra y las mesas. Les comento que por la mañana hablé con una
señora para reservar una mesa... la mujer me dice: ¿es la mesa para cuatro de
las tres?, ya está lista.
Bueno, las
apariencias engañan... yo que pensé que la señora se olvidaría... y ahí estaba
nuestra mesa. ¡Qué gusto sentarse!. Ahora a comer un contundente
pote de berzas, carne de la casa (de su propio ganado) y un remate de
escándalo: un arroz con leche con su azúcar quemado por encima... una delicia.
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