Llevábamos
hecha ya la reserva desde Madrid para evitar problemas. Lo primero que hicimos
fue ir al museo minero. Es una visita muy recomendable en la que se puede ver
la historia de la zona en cuanto a la minería se refiere (comenzó a explotarse
hace 5.000 años). Lo que más nos impresionó fue una réplica bastante realista
de una mina romana que han construido en el interior del museo. Una curiosidad:
el edificio en el que se encuentra el museo es el del hospital que los
británicos construyeron cuando comenzaron a explotar las minas.
Tras la llamada por
megafonía, nos reunimos todos los coches que íbamos a visitar la mina de Peña
de Hierro. El guía iba por delante en un vehículo para llevarnos hasta el
lugar. La entrada a la mina se hace a través de un túnel que en su día fue
perforado en la roca para que pudiera pasar el tren que transportaba el
mineral. La explotación es una mina a cielo abierto que fue perforando la
montaña a base de construir terrazas hacia abajo. Ahora las terrazas inferiores
se encuentran inundadas de agua ya que el terreno es poroso. Para poder
trabajar en estas minas era necesario estar constantemente bombeando el agua.
Dado que la mina ya no está siendo explotada, ya no se bombea el agua.
Aquí pudimos ver por
primera vez el impresionante color de las aguas del río Tinto.
En esta mina estuvo la NASA trabajando dado que se trata de una zona en la que hay condiciones semejantes a las que se encuentran en Marte.
Tras la visita a la mina, nos condujeron hasta la estación desde la que sale el tren turístico. El trayecto permite ver el paisaje minero además del entorno natural. Pero lo más llamativo del recorrido es el río Tinto que discurre paralelo a las vías.
No se puede evitar
estar todo el tiempo pendiente de de las distintas tonalidades rojizas del
agua.
Durante el trayecto nos explicaron que el color de las aguas es anterior a las explotaciones mineras: se hicieron análisis del terreno que llevaron a la conclusión de que hace al menos 8.000 años las aguas del río Tinto ya eran del color del que son ahora. Por tanto, se puede concluir que el río siempre fue así.
Después del paseo en
tren, que termina a las 15:00, nos fuimos a comer al restaurante El Balneario y
desde allí salimos hacia Aracena. Teníamos ya compradas las entradas para
visitar la Gruta de las Maravillas. La primara cueva abierta al turismo en
España. Y desde luego, la cueva hace honor a su nombre. Es una preciosidad.
Tras la visita a la
cueva (salimos sobre las 19:30) ya no tuvimos tiempo de visitar la localidad
dado que teníamos que regresar a nuestro hotel en Islantilla y teníamos al
menos hora y media de viaje por delante. Una pena porque el pueblo cuenta con
una fortaleza medieval y el encanto de los pueblos andaluces.